ES UNO DE LOS OBJETIVOS DE ESTE
BLOG INTERCALAR ARTICULOS ACTUALES CON AQUELLOS OTROS QUE POR
SU RELEVANCIA FUERON PUBLICADOS EN PRENSA HACIENDOSE ECO DE LA
ENCOMIABLE LABOR REALIZADA POR EL SERVICIO DE VIGILANCIA
ADUANERA EN LA LUCHA CONTRA EL NARCOTRAFICO, EL CONTRABANDO Y
EL BLANQUEO DE CAPITALES.
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NOTICIAS DE HEMEROTECA PUBLICADAS EN ESTE BLOG TAN SOLO TIENE
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ARTICULO PUBLICADO EN 2001
Son funcionarios de carrera,
adscritos a la Agencia Tributaria, y las cifras de efectividad que
arrojan son impresionantes. Sólo en Galicia, en 1996, han intervenido
alrededor de 37.500 kilos de hachís, casi 4.000 de cocaína, 14 millones
de cajetillas de tabaco rubio de contrabando, unos 2.200 millones de
pesetas detectadas en operaciones de blanqueo de capital... En total,
150.000 millones de pesetas de origen ilícito que en más de un 80%
corresponden a las Rías Baixas en Pontevedra.
Barcos como el Volga I, el Estela Do Mar, el José Benito o el Anita han
sido abordados durante este año, a veces en los puertos, otras en alta
mar. A.C, un vigués de 28 años con 10 de experiencia como
personal de cubierta en planeadoras, ha abordado más de uno. Una semana
natural de trabajo y otra de descanso, ocho horas nocturnas de rebotar
sobre las olas, de perseguir ecos de luz sobre la pantalla del radar en
el peligroso laberinto que constituyen las rocas, bajíos, entrantes,
salientes y bateas de la Ría de Arousa. Gana 169.000 pesetas al mes. En
una buena semana de trabajo, un contrabandista de tabaco llega a ganar
su salario de dos años.
Las mejores planeadoras del Servicios de Vigilancia Aduanera (SVA) no
pueden competir con las de los contrabandistas, por lo que las
posibilidades de darles caza en persecución son casi nulas. El método de
trabajo suple con picardía las carencias técnicas. Suelen emboscarse en
zonas de rocas y cuando detectan la entrada en la ría de una planeadora
esperan hasta tenerla lo más cerca posible y comienzan su asalto. Si
hay suerte, consiguen cerrarle el paso o la embisten tratando de
inutilizar sus motores. Si logran que arroje su carga al mar, ya se dan
por satisfechos.
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