El ‘Fulmar’ toma Cádiz como su nueva base para la lucha contra el narcotráfico
El buque de operaciones especiales de la Agencia Tributaria ha participado ya, desde su nacimiento en mayo de 2006, en la incautación de 10 toneladas de coca y 13 de hachís.
Son 61 metros de eslora dedicados en exclusiva a la lucha contra el narcotráfico y contra la inmigración irregular. En una de sus escalas en Santander fue calificado como el terror de los narcos.
En sus 7 años de vida cuenta ya con un currículum que avala su sobrenombre. Pero realmente se llama Fulmar, denominación que toma de un ave marina de la familia de los petreles, característico, entre otras cosas, porque parece estar siempre vigilando las costas.
El Fulmar, el pájaro, goza de gran longevidad, la misma que le deseó ayer la directora de Aduanas e Impuestos Especiales, Pilar Jurado, durante la presentación de la patrullera de operaciones especiales de la Agencia Tributaria, que tendrá a partir de ahora base en el puerto de Cádiz.
Sobre el porqué de elegir ahora Cádiz, después de haber pasado ya por Galicia y por Canarias, Jurado abogó porque la causa podía estar en la ubicación privilegiada de Cádiz, tan cercana a África, “tradicional vía de entrada de estupefacientes, tanto en embarcaciones semirrígidas, como pesqueras y contenedores”, que justifica la elección del puerto de Cádiz como base permanente del Fulmar.
Es un buque azulón, de 62 metros de eslora, lleva el nombre de un ave marina de la familia de los petreles, supera los 20 nudos de velocidad y va equipado con las últimas tecnologías. Su color, bastante llamativo cuando permanece atracado en puerto, tiene un porqué, el hacerle inivisible en alta mar. Es el ‘Fulmar’ uno de los dos buques de operaciones especiales de los que dispone el servicio de Vigilancia Aduanera de la Agencia Tributaria que participa estos días en el Festival del Mar.
Su misión es detener a los narcotraficantes que actúan en alta mar y, aunque apenas hace tres años que comenzó a funcionar, ya ha participado en operaciones en las que se han intervenido más de 3.000 kilogramos de cocaína y otros tantos de hachis. La última, el pasado 6 de agosto permitió aprehender 800 kilos de cocaína en el suroeste irlandés.
La tripulación está compuesta por 24 funcionarios del Ministerio de Hacienda, del Servicio de Vigilencia Aduanera con autoridad de policía judicial. También son marinos mercantes y muchos trabajaron contra los contrabandistas de tabaco. Ahora reciben órdenes sobre todo de los jueces de la Audiencia Nacional y en muchas ocasiones trabajan coordinados con Policía y Guardia Civil.
Al mando está el capitán Javier Arangüena que estos días se encarga de enseñar su barco a las visitas. Lleva poco tiempo en el ‘Fulmar’ porque antes gobernaba el ‘Petrel’, el otro buque español de Vigilancia Aduanera. En él llegó a estar en alta mar más de 40 días sin pisar tierra y sin contactar con sus familiares. La casi clandestinidad rige sus operaciones: no se pueden comunicar con la familia y amigos cuando están en alta mar.
Su ‘modus operandi’ es casi el de un servicio secreto. El capitán recibe una llamada en la que se le informa que prepare viaje con un determinado número de tripulantes y la cantidad de provisiones que van a necesitar. También se le comunica los días que va a permanecer fuera, pero no se le dice donde va a transcurrir la misión hasta que no están en alta mar y lejos de las coberturas móviles, para evitar posibles filtraciones.
Una vez que han localizado el barco que buscan, esperan a la noche para abordarle, detener a su tripulación y recuperar la droga. Los agentes del ‘Fulmar’, con un traje negro de neopremo, provistos de cascos, armas, chalecos antibalas, proceden a las detenciones.
El buque posee un helipuerto, dos lanchas ligeras y tres calabozos para retener a los detenidos que, en el caso de que el viaje dure varios días, llegan a relacionarse con la tripulación. «Les sacamos a pasear por la cubierta, les damos de comer, tabaco… a muchos hasta les cogemos cariño», comenta Arangüena, que posee tantas vivencias en alta mar que es incapaz de recordar una concreta.
Mientras dura la operación la tripulación no puede contactar con su casa salvo un asunto de mucha gravedad y, en ese caso, el capitán debe estar presente durante la conversación. «En una ocasión falleció la madre de uno de los marineros y no se enteró hasta que llegamos a puerto», explica.
El ‘Fulmar’ abandonará hoy el Puerto de Santander hacia Vigo que, junto a Las Palmas, acoge las dos bases que posee la Agencia Tributaria en España.
Hasta la próxima misión la tripulación puede ejercitarse en el gimnasio que incorpora el barco y disfrutar de la sauna. Pero siempre tienen que estar preparados porque en cualquier momento pueden ser requeridos en algún lugar del mundo y siempre para operaciones en alta mar.
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