La Fiscalía Antidroga y la Fiscalía de Delitos Económicos de Pontevedra han hecho en los últimos años un exhaustivo trabajo de investigación para seguir el rastro de las fortunas conseguidas con el tráfico de drogas. En colaboración con los cuerpos de seguridad del Estado y de la Agencia Tributaria, esas pesquisas han dado en ocasiones sus frutos, lo que propició que varios presuntos narcos y sus familias se sentaran en el banquillo para dar explicaciones sobre el origen de sus fortunas. Y en la mayoría de los casos, los acusados alegan lo más fácil -y a la vez lo más difícil de demostrar-: que les tocó la lotería.
Y es cierto que a través de la lotería afloraron muchos millones ocultos del tráfico de drogas, pero no porque sus dueños hayan invertido dinero en la compra de billetes que luego resultaron premiados en el sorteo. El proceso, en realidad, fue a la inversa. Primero tocaron los premios, y luego fueron los narcos los que se pusieron en contacto con los afortunados ganadores para comprarles el décimo a cambio de un cantidad que engrosaba el importe inicial.
Y no solo lo hicieron los clanes de los ochenta. Se sigue haciendo. No hace mucho que tocó la lotería entre los miembros de una peña de un bar de la comarca. Pero en la práctica ninguno de ellos la cobró. Los décimos, premiados con unos 12.000 euros, habían quedado en manos de terceros. Una persona de la confianza de los clientes actuó como enlace y le ofreció a los ganadores un sobreprecio de 2.000 euros más por sus décimos. Así, los que acudieron al banco a cobrarlos o depositarlos fueron sus nuevos propietarios, casualmente, sospechosos todos ellos de dedicarse al tráfico de drogas.
En esas investigaciones policiales se siguió el rastro de hasta 40 millones de euros que llegaron a manos de los narcos en forma de premios de la lotería. Pero esa es la cantidad de la que se tiene constancia a través de procesos abiertos o juicios por blanqueo. Otras muchas transacciones se quedan en el mercado negro.
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