Jueces, fiscales y responsables de la Agencia Tributaria tardaron años en hincarle el diente a las fortunas de los narcos, en parte porque primero había que demostrar que lo eran, y después, que sus riquezas provenían de sus ilícitos negocios. Pero luego quedó claro que era la mejor manera de plantarles cara, porque temían más perder su patrimonio que ingresar en prisión, algo a lo que poco a poco se fueron acostumbrando.
Y así se abrió la veda con el macroproceso contra los Charlines, un sumario largo y complejo que se extendió demasiado en el tiempo pero que finalmente condenó por blanqueo a la mayoría de la familia, a la que se le reclaman 20 millones de euros. La operación Repesca, que puso en marcha la Agencia Tributaria hace uno año, permitió incautarles de nuevo propiedades y dinero por valor de otros 15 millones.
Manuel Charlín, en teoría, es un jubilado que vive con una pensión de 700 euros. «E chégame -manifestaba hace poco-. Porque non teño vicios, un vaso de viño e nada máis». Pero cuando salió de prisión y lo imputaron en la operación Repesca, eludió la cárcel con el pago al contado de 30.000 euros.
Maraña de sociedades
Marcial Dorado siempre dijo que su patrimonio era fruto de sus negocios. Admitió, eso sí, haber traficado con tabaco de joven, pero siempre negó su implicación en el narcotráfico. Sin embargo fue condenado a 10 años de prisión como supuesto cabecilla del alijo de siete toneladas de cocaína del South Sea, y en ese proceso, el juez Taín desentrañó una supuesta trama de sociedades a través de las cuales ocultar su fortuna. Por eso ahora se enfrenta a un nuevo juicio por blanqueo de capitales en el que se le acusa de ocultar al fisco hasta 20 millones de euros. Y a Sito Miñanco se le investiga por su supuesta participación en la operación Suntuarias.
Oubiña perdió el pazo de Baión, y Charlín se quedó sin el de Vista Real. Pero, ¿se ha llegado de verdad al fondo de la cuestión? ¿Son insolventes?.
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