El día 27 de septiembre se presentó el Balance contra el Crimen Organizado correspondiente al año 2010, así como la Estrategia Española 2011-2014.
Además de reflejar los datos del año 2010, el Balance destaca los principales avances logrados en e periodo 2005-2010. Entre ellos destaca la creación del Centro de Inteligencia contra el Crimen Organizado (CICO) dependiente de la Secretaría de Estado de Seguridad, el incremento de especialistas en Guardia Civil y Cuerpo Nacional de Policía, la creación de los grupos ECO y GRECO, la mejora de la coordinación policial, aduanera y judicial, y los cambios legislativos.
La nueva Estrategia está dirigida a luchar contra las principales actividades delictivas, que vienen clasificadas en tres niveles, en base al perfil del crimen organizado en España. De esta forma, se considera prioritaria la lucha frente al narcotráfico, el blanqueo de capitales y los delitos contra el patrimonio y el orden socioeconómico. En segundo lugar contempla la inmigración ilegal, el tráfico de seres humanos y la falsificación documental. Y como una actividad emergente, y que además es extensible a todas las anteriores (y a otras que son objeto de otras áreas de acción, como el terrorismo), trata como amenaza propia el cibercrimen.
Plantea además los 6 ejes de la estrategia para el periodo 2011-2014:
1) Potenciar la inteligencia contra el crimen organizado. Las medidas propuestas son las ya señaladas en la Estrategia Española de Seguridad:
a. Reforzar el CICO.
b. Incremento de medios para las unidades de Inteligencia de Policía y Guardia Civil.
c. Creación de la Comisión de Coordinación contra el Crimen Organizado, presidida por el Secretario de Estado de Seguridad, y de la que forman parte el Director General de la Policía y de la Guardia Civil, el Director del CICO, el Director del CNCA, responsable del CNI, responsable del SEPBLAC, Fiscales Jefes Antidroga y Anticorrupción, Comisario General de Policía Judicial, y General de Policía Judicial de GC.
2) Atacar la economía del crimen organizado, a través de cambios normativos que permitan identificar a titulares de empresas u fondos, el acceso a registros de cuentas bancarias y rastreo de operaciones financieras, y la eficacia en la incautación y gestión de activos interceptados.
3) Atacar las principales actividades del crimen organizado: narcotráfico, corrupción, blanqueo de capitales, cibercrimen, trata y explotación de seres humanos, delitos contra la propiedad intelectual e industrial, fraude de IVA y falsificación de moneda y documental.
4) Reforzar las capacidades operativas de Policía y Guardia Civil, en cuanto a medios humanos y materiales.
5) Impulsar la coordinación y cooperación internacional.
6) Fomentar la participación del sector público y privado afectado
VALORACIÓN
El Plan abarca, de forma estructurada, los ejes principales de acción frente al crimen organizado. Desarrolla los principios que fueron señalados en la Estrategia Española de Seguridad, que de esta manera comienza a desarrollarse, sirviendo de marco general al sistema global de seguridad.
La Inteligencia, como se viene señalando en la mayoría de las estrategias de seguridad nacionales tanto generales como específicas sobre alguno de los riesgos contemplados, es uno de los elementos básicos para garantizar la seguridad de los ciudadanos. Pero tiene un coste, tanto en medios humanos (creación de puestos, selección, formación, etc.) como en cuanto a medios materiales. ¿Será un objetivo alcanzable en el actual panorama económico y presupuestario?
La presión financiera, ahogar la financiación y las posibilidades de inversión, son instrumentos que se han mostrado eficaces en la lucha contra el terrorismo. En el crimen organizado los niveles de sofisticación son mayores, y por lo tanto el nivel de especialización preciso para enfrentar la situación es más elevado. Contempla la Estrategia las relaciones existentes entre terrorismo y crimen organizado, como demuestra la incorporación del CNCA a la Comisión de Coordinación, pero no de una manera tan obsesiva como la Estrategia Nacional contra el Crimen Organizado de Estados Unidos, impregnada de referencias a la cuestión.
Contempla el cibercrimen desde un punto de vista muy adecuado: puede ser una amenaza en sí mismo, como así contemplan la mayoría de estrategias de seguridad, pero a la vez es un medio, una forma o procedimiento de actuación facilitador para otro tipo de riesgos (espionaje, ciberguerra, terrorismo,..). Por ello la coordinación y la colaboración se convierten en objetivos fundamentales, tanto a nivel nacional (y no únicamente entre cuerpos policiales, también entre éstos y la justicia, y considerando adicionalmente el papel del sector privado) como internacional.
La coordinación y cooperación se viene abordando a través de medidas orgánicas: creación de centros o comisiones de coordinación. Es evidente que contribuyen a esos fines, pero la coordinación y sobre todo la colaboración deben formar parte de las culturas de las organizaciones. No basta que se produzca únicamente en las cúpulas. Es un espíritu o nueva forma de trabajo que debe llegar también a mandos intermedios, técnicos y agentes policiales. Esa nueva forma de trabajo supone en ocasiones no pensar únicamente en el color del uniforme, sino en el servicio a un interés superior mayor como es la seguridad nacional.
Sin duda, los seis ejes señalados constituyen la base y la vía para lograr superar el cáncer que para las sociedades supone el crimen organizado.
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